Corren malos tiempos para la economía, incluida la del santuario de Covadonga. En el Real Sitio la crisis del coronavirus obligó en su momento más crudo a cerrar a visitantes y fieles uno de los enclaves con más tirón de Asturias, lo que provocó a su vez una caída drástica de recursos. «Ingresos ninguno, el santuario estuvo blindado», explica el abad, Adolfo Mariño.
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