A veces las decisiones más arriesgadas son un acierto. El pasado año, cuando la conversación de bar era lo cara que estaba la vida, una barra de Pastoriza, Arteixo, se convertía en la excepción a la regla. El café, que costaba 1,20 euros, un precio ya de por sí ajustado para lo que uno puede encontrarse hoy en día, pasó a valer 1 euro, volviendo a ese año 2000 en el que el único que pagaba menos por un cortado era el expresidente Zapatero.
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