La forma en que se crían y matan los cerdos está afectando la vida de muchos habitantes de Carolina del Norte. Miles de millones de litros de orina y heces porcinos se acumulan en lagunas sanitarias, mezclados con sangre y restos en descomposición. Para que estos estanques fétidos no desborden, el líquido tóxico se bombea hacia el cielo con enormes dispositivos que rocían los desperdicios, que son transportados por el viento. Los vecinos están sufriendo por el indescriptible mal olor y una serie de enfermedades.
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