La celebración del Día del Trabajo tuvo un componente adicional para los estadounidenses el pasado 7 de septiembre. Además de las tradicionales marchas que los sindicatos, labor unions, organizan en todo el país, esta vez el miedo estuvo presente. Años anteriores -le escuché decir a una pareja de norteamericanos-, los ciudadanos hubiesen estado dichosos de descansar y no tener que ir a trabajar. Sin embargo, en épocas económicamente hostiles como las actuales es mejor tener las ganas bien puestas en el trabajo, y olvidarse de las vacaciones.