Pero poco a poco, lo que nació como una «expresión natural de justicia social» por lo ocurrido con Floyd discurrió por otros derroteros, y grupos radicales han repartido su odio y puesto en cuestión la labor de otras figuras históricas del nivel de Cristobal Colón, Winston Churchill, Miguel de Cervantes e, incluso, Alexander Fleming. El movimiento se ha marcado como objetivo «derribar el pasado» e «imponer su presente», a través de un vandalismo perpetrado por «una generación que no reconoce deuda, que creen que el mundo en que ellos viven (..)
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