Dieciséis horas escuchando sin descanso el ruido de la locomotora de un AVE en los nuevos andenes, o las descargas sonoras del compresor para vaciar los aseos de los trenes han terminado por colmar la paciencia de las alrededor de 300 familias alicantinas que viven en el entorno de la estación-término de Alicante, que buscan ahora organizarse, para tratar de que el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif) atienda sus quejas, ya que el Ayuntamiento de Alicante ha optado por mirar hacia otro lado.
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