Es tecnología, es economía, es política y, por encima de todo, es estrategia nacional. La reciente decisión de John Biden de agudizar las restricciones comerciales contra Pekín, estrangulando en la práctica cualquier flujo exportador de chips, maquinaria para fabricarlos o talento “made in USA”, no busca tanto castigar la industria china como socavar algo que le preocupa mucho más: su creciente autosuficiencia tecnológica. China depende todavía en gran medida del músculo de EEUU y países alineados con Occidente, como Japón o Corea del Sur, pero
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