La vida sin memoria, decía Luis Buñuel, no sería vida. Pero, ¿quién no pagaría por borrar los malos recuerdos, por eliminar miedos crónicos o por bloquear los mecanismos que llevan al adicto a caer una y otra vez en su adicción? Son opciones que cada vez están más cerca y los últimos avances en la neurología abren puertas a un mundo de posibilidades médicas y vitales acompañadas por intensos debates éticos.
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