África necesita desgracias grandes para lograr titulares pequeños. Si el ataque de la guerrilla de Sierra Leona -en enero de 1999 contra Freetown; más de 7.000 muertos en tres semanas- no pudo desbancar al vestido manchado de una becaria del presidente Bill Clinton, pocas posibilidades tiene hoy Costa de Marfil, más de cinco meses en el alambre, cientos de muertos y decenas de miles de desplazados.
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