Kristian Blummenfelt está feliz, está cruzando una meta que le dará una medalla de oro, campeón olímpico de triatlón. Pero el noruego, un toro, no puede más. Cae al suelo, vomita, desfallece. «¡Una silla de ruedas!», piden los organizadores. Las piernas no responden después de 1:45:04 horas de esfuerzo. No son ni las 8:30 de la mañana en Tokio y el ambiente ya es una sauna.
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