El mundo conoció el nombre de Rachel Corrie cuando una excavadora de las IDF la aplastó hasta matarla en Gaza en marzo de 2003. Sin embargo, pocos conocen la historia de cómo tanto Caterpillar como el Estado británico espiaron a sus familiares y amigos para protegerse a ellos e Israel de responsabilidades. Caterpillar, la empresa que fabricó la topadora que mató a Corrie, contrató a la firma de inteligencia C2i International (ahora Lynceus) para infiltrarse en la campaña de justicia liderada por sus padres y sabotearla.
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