Llamadas de operadoras de telecomunicaciones con ofertas irrechazables a horas intempestivas. Mensajes en el móvil con propuestas comerciales no deseadas. El buzón del correo electrónico rebosando spam. A pesar de que ya hace más de dos años desde la entrada en vigor de la Ley de Competencia Desleal y Publicidad, que prohíbe este tipo de métodos, el acoso publicitario sigue a la orden del día.
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