Esto es una historia real. Conocí a Alex (nombre ficticio) en el instituto, en aquella época se estudiaba BUP y COU. A Alex le gustaba las ciencias naturales, la biología y era muy bueno tanto en el dibujo artístico como en el dibujo técnico. Amante del heavy metal y de artistas y bandas como Alice Cooper, Kiss, pasando por el metal más extremo Napalm Death o Cannibal Corpse. Sus ojos brillaban, caminaba enérgico, le gustaba hacerse el loco y tenía una risa diabólica. A algunos les hacia gracia y otros se apartaban de él . Nos conocimos, congeniamos y empezamos a andar con un grupo de colegas de clase y de instituto.
Un buen día, una chica se dejó caer por el instituto con un test de inteligencia muy largo. Yo empecé a hacerlo, pero no le veía ninguna rentabilidad y decidí contestar a boleo. Pero Alex, parece ser que se lo tomó en serio lo de hacer el test. La inmensa mayoría de los alumnos que hicieron el test no recibieron los resultados. Solo aquellos que despuntaban, tenían el honor de recibir una contestación. Alex fue uno de ellos. El resultado de su test de inteligencia arrojaba un Coeficiente Intelectual de 135. Alex era un joven con una mente privilegiada, lo que se conoce como un “superdotado”. Ironías de la vida, era el clásico superdotado que tuvo que acudir a clases de recuperación de matemáticas.
De familia numerosa, de clase social media-baja, su padre, trabajador en una empresa, tuvo un accidente laboral que le dejó inválido físico con la pensión correspondiente. Su padre era conocedor de todo tipo de ayudas que concedía las administraciones públicas y no dudaba en solicitarlas: pensiones por minusvalía, becas de estudio, etc. Aquello les servía para ir tirando.
Alex era un joven algo rebelde, bohemio, alocado que hacía trastadas para llamar la atención, pero no era el clásico abusón, en realidad, no se metía con nadie. Tampoco era excesivamente conflictivo. Yo estuve con él y no se pasaba el tiempo hablando ni tirando bolas de papel como otros.
En el instituto en el que estudiábamos, había muchos profesores de izquierdas y/I nacionalistas gallegos. Se supone que esos profesores deberían comprender a un estudiante tan transgresor como Alex, pero fue todo lo contrario.
Eso de enseñar el culo por la ventana alguna vez, encerrarse en un armario de pequeñas dimensiones durante una hora, mientras el profesor impartía clase, o maquillarse como el cantante de KISS, no les hacía mucha gracia. Hasta tal punto, que un día decidieron obligarlo a abandonar el instituto. Como algunos estudiantes tenían cierto cariño por aquel “loco”, el tutor, un profesor de lengua gallega, dio un discurso que justificaba tal medida. A mí me hubiera gustado que estos docentes tuvieran el valor de echar a un estudiante que si era un abusón y que dejó sus huellas marcadas en los cuellos de dos alumnos, pero paradójicamente, a éste solo le expulsaban una semana. Después me enteré que sus papás eran influyentes. Digan lo que digan, la clase a la que perteneces, determina bastante tu futuro y la aceptación social.
Una vez echado del instituto, el jefe de estudios nos vio juntos, me reconoció y de paso reconoció a Alex, este le contó que ahora estudiaba hostelería en Formación Profesional y sacaba notables y sobresalientes. El jefe de estudios respondió: “Si tonto no eres”. Entonces ¿Por qué le echaron? - me pregunté en silencio.
Estudiar en otra ciudad fue su perdición. Allí se hizo anarquista, aunque no era más que una pose bohemia que consistía en andar con algunas chapas, cresta, cadena de la nariz a la oreja, leer algunos libros y fanzines, etc. Sin embargo, lo que mató a Alex fue su afición a la bebida, concretamente a la cerveza. Hasta nos confesó que le hubiera gustado hacerse monje para saber cómo se hacía la cerveza Franziskaner. El alcohol transformaba esa locura genial en agresividad. Más tarde, Alex empezó a frecuentar ambientes de ideología radical y okupas y probó algunas drogas pero no de forma habitual.
Alex nunca tuvo suerte en el amor, en el instituto una chica le rechazó por consejo de sus amigas: “Está como una cabra”. En los ambientes okupas se fijó en una chica llamada punk de carácter cambiante y a veces borde.
Un buen día, Alex decide escapar de casa. Y es ahí cuando empezó el problema. Su padre me llamó por teléfono para preguntar a su paradero, a mí y a todos los que él conocía. Alex era mayor de edad pero eso no importaba. Su padre denunció su “desaparición” a la policía”.
Después de deambular durante la noche, Alex decidió coger una maceta y romper la puerta de una panadería y se echó a dormir en el suelo. Policías nacionales fueron alertados y acudieron al lugar. Allí lo identificaron, fue detenido, según él, fue esposado a una verja y hasta fue golpeado.
El padre no dudó en llevarlo ante el juez para solicitar su incapacitación. Si no quería estudiar, su padre no recibiría el dinero de la beca de estudios, al incapacitarlo, la administración te otorga una pensión de minusvalía psíquica.
Mi amigo fue ingresado en un centro psiquiátrico a la fuerza. Según él, le inyectaron un medicamento y lloró del dolor. La primera vez que sus padres lo fueron a visitar, los mandó directamente a la mierda, según sus propias palabras.
Yo no tenía coche pero busqué el teléfono del centro en la guía telefónica y llamé para preguntar por su estado de salud. Me pusieron en contacto con él: “Me han dado unas pastillas y ahora duermo de puta madre.”, me dijo.
El escritor Paulo Coelho, que estuvo ingresado en un psiquiátrico 3 veces y escribió una novela sobre este asunto, confesó en una entrevista algo estremecedor: “Lo terrible de los psiquiátricos, es que puedes hacerte el loco y tienes comida y techo gratis”. El escritor brasileño apunta a que muchas personas pueden dejar de luchar en la vida y abrazar a un sistema que supuestamente cuidará de ellos hasta el final de sus días. Y eso fue lo que terminó haciendo Alex.
El padre de Alex no perdió el tiempo, montó su propia ONG de minusválidos psíquicos, se federó con otra asociación de minusválidos físicos. Alex me contaba las ventajas de ser minusválido: subvenciones, ayudas, subsidios, bonificaciones, descuentos en transporte y exenciones en la cuota de la Seguridad Social para la contratación de empleados minusválidos,etc.
Como muchas personas a tratamiento psiquiátrico por una enfermedad parecida a la esquizofrenia, si mal no recuerdo era psicosis bipolar. Alex tenía altibajos en su vida. A veces, estudiaba pero le costaba bastante concentrarse, otras veces se quedaba en el dique seco, tenía recaídas. La medicación mató esa chispa en sus ojos y empezó a engordar, su caminar se hizo lento. Se volvió más dócil por culpa de esa lobotomía química.
Alex empezó a trabajar en una carpintería donde todos los empleados eran minusválidos físicos y él, que había sido enchufado por el padre, en dicha carpintería por su posición de influencia dentro de la ONG, fue discriminado y sufrió acoso por parte de los demás minusválidos. Irónico, un minusválido discriminando a otro por ser minusválido pero de otro tipo. Uno de ellos le llegó a decir: “Eres un loco peligroso, podrías coger un martillo y matar a golpes a un compañero”. Le tachaban de inútil. Ese acoso le sumió en una depresión.
Varios años después, la carpintería de minusválidos cerró. ¿Y ahora qué? El padre le respondió que habría que buscar la manera de cobrar el subsidio de desempleo y después ya veremos, como dijo el ciego.
El padre no perdió el tiempo, a parte de su pensión por minusvalía física por accidente laboral. Tenía otra hija con minusvalía desde nacimiento. Y su esposa, que era diabética, en un momento dado, no quería pincharse, entonces, él acudió al juez para que la incapacitase, otra pensión. Alex tenía más hermanos y eran inteligentes sin ningún problema psiquiátrico, uno de ellos terminó trabajando para la ONG en un puesto técnico que no voy a revelar, era muy capaz, pero era un enchufe.
Durante todos esos años, Alex desarrolló algo parecido al “orgullo de clase obrera” pero clave de minusválidos. Alex se sentía orgulloso de ser minusválido y por esa motivo no podía curarse, no podía luchar por dejar de ser minusválido como hizo el cantante Julio Iglesias que se quedó en silla de ruedas y que decidió hacer la rehabilitación por su cuenta pese al fatal diagnóstico de los médicos que le dijeron que jamás se iba a levantar.
Alex no se sentía orgulloso de ser minusválido porque sí, sino por las ayudas que las administraciones concedían a personas como él. Sus ojos volvían a brillar cuando hablaba de subvenciones, ayudas, subsidios, descuentos, bonificaciones de la seguridad social, etc. Algunas veces, los que nos conocíamos, ironizábamos sobre el asunto, Alex va de anarquista y tanto él como su familia viven del estado.
Los psiquiatras dijeron a a Alex que jamás se recuperaría, que tendría que estar a tratamiento psiquiátrico toda su vida. Alex empezó a asumir que no había curación posible y me hablaba con naturalidad de los medicamentos que tomaba, que si akineton, haloperidol, que si carbonato de litio, que si lo tomas en exceso te intoxica y en caso contrario, no hace nada, por eso tenía que hacerse análisis de sangre con frecuencia.
Un día, un psiquiatra cambió su medicación por otra nueva. Alex empezó a sentir que le fallaban las piernas y se lo comentó alarmado al “especialista”. El psiquiatra le ordenó que tenia que seguir tomando esa medicación que le había prescrito, ignorando sus advertencias. Y ocurrió una gran desgracia.
Alex se quedó paralítico en silla de ruedas, no podía mover las piernas, también tenía dificultad para mover los brazos y no veía bien. El diagnóstico era ataxia y añado yo, por intoxicación con una combinación de psicofármacos.
El Servicio Galego de Saude abrió una investigación sobre esta negligencia médica que supongo habrá quedado en nada por el corporativismo existente entre los sanitarios que suelen cerrar filas para no incriminarse los unos a los otros. Algún sanitario le dijo que pudo haber sido por causa de la alimentación, lo que me parece algo absurdo. Alex había abandonado el consumo de alcohol; porque no podía mezclarlo con pastillas y no había cambiado de dieta.
La crisis económica hace estragos en el sistema de salud. La última vez que tuve contacto con él, me comentó que después de 3 meses sin hacer ningún progreso al intentar caminar por su propio pie, le retiraron la rehabilitación.
Durante una conversación telefónica, hice una observación que no le gustó, le dije que su padre tenía mucho que ver con lo que le había pasado. Él me respondió que no estaba bien de la cabeza, que hacía cosas anormales. Por citar algún ejemplo, Gene Simmons, un miembro de la banda KISS, también hace cosas anormales, desde pintarse la cara, operarse la lengua para escupir sangre por la boca o escupir fuego. Muchas personas hacen cosas anormales o locas y no son considerados esquizofrénicos pero a él le dolió esta observación y entre eso y otras cosas, me pidió que no le llamase por teléfono nunca más, cosa que respeté.
Una persona no es culpable de todo lo que pasa. Entiendo que su padre, los profesores, los policías que lo detuvieron, el juez que lo incapacitó, los psiquiatras que lo medicaron, tuvieron mucho que ver en el hecho de convertir a un joven superdotado en un minusválido psíquico y ahora físico.
Mucho se habla del ingreso mínimo vital, de subsidios, becas, pensiones, desgravaciones y otras ayudas económicas. Todos deberíamos tener claro que no es motivo de orgullo recibirlas.