Hace décadas, el Dr. Thomas Brook estaba interesado en la ecología de una especie de bacterias que era capaz de sobrevivir a altas temperaturas. Descubrió que sus enzimas termoestables eran uno de los factores que le permitían a Termophilus aquaticus aguantar temperaturas de hasta 80° C. Hoy, gracias a este descubrimiento, tenemos la PCR, una técnica para polimerizar cadenas de ADN que alimenta una industria que mueve miles de millones de dólares y que sirve para continuar investigaciones médicas, antropológicas y forenses.
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