Un minuto pegado a la reina y el abdomen del macho ¡se entreabre!. El zángano, muerto en pleno éxtasis, cae desde las alturas. La explicación fisiológica de este trágico final es que el órgano reproductor del macho está diseñado para penetrar a la hembra únicamente volando, y por lo tanto es imprescindible que en su vuelo dilate completamente sus dos sacos tráqueos.
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