Con sus últimos papeles en «The Paperboy» y «Stoker», la actriz australiana da un giro desesperado a su carrera, consciente de que su reinado en Hollywood ha acabado. Nada nuevo en el juego de Hollywood, ese espejo desmedidamente cruel con sus actrices: para seguir en la carrera, Glenn Close tiene que hacer de mayordomo, Sigourney Weaver ser partenaire de los monicreques de Avatar y Meryl Streep y Julianne Moore ponerse en la piel de dos señoras tan cool como Margaret Thatcher o Sarah Palin.
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