Marbella, Gürtel, Santa Coloma, El Ejido, Telde, Palma... los casos de corrupción política se extienden como una marea de fraude por toda la geografía española. Los partidos proponen medidas para favorecer la transparencia su gestión ante los ciudadanos; pero éstos, hartos de sus representantes, desconfían de ellos hasta alcanzar la percepción delictiva de países como la República Dominicana o los Emiratos Árabes. ¿Son los españoles corruptos por naturaleza? ¿O es circunstancial?
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