Pablo tiene 8 años. Sus compañeros de clase, al principio, intentaron incluirlo en la pandilla. Pero al notar que Pablo no seguía las normas en los juegos, comenzaron a alejarse. En el patio, cuando los niños se dividen en grupos para jugar, Pablo con frecuencia se encuentra solo, sin nadie con quien compartir sus momentos de recreo. A menudo es ignorado en los cumpleaños de sus compañeros, porque en una ocasión rompió la piñata y temen que pueda repetirse. La falta de habilidades sociales de Pablo también se refleja en su incapacidad.
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