El protagonista de toda esta historia y su “huevo de oro” no es otro que Wellington Burt. El hombre fue un multimillonario de su tiempo, un magnate maderero de Michigan que amasó una fortuna y se hizo rico. Sin embargo, y según el relato de sus contemporáneos, el hombre, además de brillante en los negocios, era un cascarrabias y excéntrico a partes iguales. La asombrosa decisión: su "huevo de oro", como lo definió, permanecería "en su nido" durante 21 años después de la muerte de su último nieto superviviente.
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