Esperanza Aguirre se propuso en 2004 reunir en un inmenso terreno todas las sedes judiciales de la Comunidad de Madrid. El proyecto pretendía ser ejemplo para toda Europa y no escatimó en costes. Se contrataron a arquitectos estrella como Zaha Hadid o Norman Foster. Las partidas para promocionar la iniciativa consumieron cantidades ingentes de dinero público. Por medio se colaron contratos a asesores vinculados al PP, despachos de abogados prohibitivos y facturas en los hoteles y restaurantes más caros de Madrid. Las cuentas salen a a luz.
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