Jill Abramson, la primera mujer directora de The New York Times, iba hacia un gimnasio en el centro de Manhattan, una mañana de mayo de 2007, cuando un camión frigorífico la atropelló. Fractura de pelvis y pierna, lesiones internas, transfusiones de sangre, placas de metal, tres semanas en el hospital, meses en una silla de ruedas, luego muletas, luego un bastón. Un año después estaba escalando una montaña en el parque nacional de Yellowstone.
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