En un día frío de mediados de septiembre de 2013 una ballena de Groenlandia yacía muerta en descomposición en la costa sur del Mar de Beaufort, en Alaska. Cerca de allí, un equipo de biólogos vio que, uno a uno, magros osos polares aparecían en el horizonte acercándose hasta el huesudo cadáver, con hambre y con ganas de atiborrarse de los bocados que quedaban. Por la tarde, los investigadores habían contado 80 osos - la mayor cantidad jamás vista en un solo día en la zona.
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