El filósofo Emilio Lledó, uno de nuestros grandes sabios, vincula la libertad de expresión a la libertad de crítica y de pensamiento: “¿Para qué sirve la libertad de expresión si no sabes pensar, si no tienes sentido crítico...? ¿Qué me importa la libertad de expresión si no digo más que imbecilidades?”. Otro sabio, el semiólogo italiano Umberto Eco, mostraba un tono similar en su preocupación por el efecto de las redes sociales: “Antes, el imbécil solo molestaba en el bar; ahora, lo hace en las redes sociales".
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