El 17 de agosto de 1999 la placa tectónica de Anatolia se desplazó a lo largo de la falla que la separa de la placa eurasiática liberando una cantidad de energía similar a 132 bombas atómicas. Fue un seísmo de 7,4 grados en el que murieron más de 17.000 personas en la región del Mar de Mármara (noroeste de Turquía. Diez años después, los expertos coinciden en que ciudades como Estambul siguen sin estar preparadas para un sismo de gran magnitud.
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