Un recluso común quiso sentarse a cenar en la misma mesa que ocupaban estos dos miembros de ETA. Los etarras increparon al recién llegado a la mesa para que se levantara, aunque el preso común, que cumple una condena por robo, les contestó que le dejaran seguir allí porque tenía la pierna escayolada. En ese momento, y sin mediar más conversación, uno de los presos de ETA golpeó al preso común con la bandeja de la comida en la cabeza, y otro le pegó un fuerte puñetazo.
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