Al chico no se le daba mal lo de trastear con las maquinitas. Estudiaba ingeniería en el CETYS de Baja California (México), pero se entretenía más practicando con los destornilladores en su garaje de casa. Un día desarmó su Nintendo Wii y un helicóptero que le había traído Santa y los reconfeccionó en una sola máquina junto a un arduino (placa de hardware) que valía 35 dólares. Su artilugio teledirigido volaba. Siete años más tarde de aquello, la compañía que ha creado este joven de 27 años para hacer muchos de esos aparatitos...
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