Al hablar de la muerte no cabe aquello de “escurrir el bulto”. Los niños nos perciben como fuentes del saber para resolver sus curiosidades a lo largo de su desarrollo, y en los momentos de muerte su curiosidad se dispara. Es por ello que tenemos la responsabilidad añadida de saber cuál es la mejor forma de acompañar a nuestros alumnos y niños en este tipo de situaciones.
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