Todo parece indicar que el bidé moderno fue creado a finales del siglo XVII por fabricantes de muebles franceses, como receptáculo de agua destinado a aliviarse los jinetes tras una dolorosa jornada a caballo. Otras fuentes apuntan a que se diseñó como utensilio de higiene íntima para las relaciones pre y postcoitales, y también como método anticonceptivo. Según el escritor Néstor Luján, fue mencionado por primera vez en 1710 en Francia, cuando madame de Prie recibió en audiencia al marqués de Argenson sentada en su bidé.
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