Hubo un tiempo en que ver correr el Guiniguada los días fuertes de lluvia desde los Puentes de Palo o de Piedra era un auténtico espectáculo para los ciudadanos de Las Palmas de Gran Canaria. Un entretenimiento que sucumbió bajo el asfalto en los años 70 del pasado siglo cuando se construyó la autovía para dar respuesta al aumento de tráfico en la capital y conectarla con los municipios del interior.
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