Los arqueólogos pensaron que se trataba de una espada de desfile militar. Los restauradores limpiaron la superficie de suciedad, materiales corroídos y carbonilla de las bombas, revelando que la “espada de desfile” era en realidad una Wakizashi, una espada corta japonesa. Había sido gravemente dañado por el calor, pero aún sobrevivían la empuñadura de madera, fragmentos de envoltura textil y piel de raya. El rostro de Daikoku, uno de los 7 dioses de la suerte, se encontró grabado en la delgada virola del mango.
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