La obligatoriedad perpetuada en el tiempo -con o sin itinerarios- no es educativa, sino creadora de ineptitud, vagancia, irresponsabilidad y mansedumbre, uniformadora de conciencias y transformadora de futuros ciudadanos en súbditos potenciales. No se negará la conveniencia de una enseñanza obligatoria, siempre y cuando ésta sea básica, es decir, ceñida al ámbito de la Primaria, donde necesariamente se ha de establecer la “base” común para cualquiera de las bifurcaciones de la enseñanza post obligatoria.
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