Una ciudad es el resultado de centenares, cuando no miles, años de evolución. Y el urbanismo varía, se adapta, se modifica en función de las necesidades de cada tiempo, del modelo de ciudad y de la tecnología disponible. Dicho de otro modo, las ciudades envejecen. Ahora bien, datar de forma exacta el envejecimiento progresivo de una ciudad y visualizarlo de forma simple más allá del paseo que podamos dar a lo largo de nuestra urbe, no es tan sencillo. ¿Cómo hacerlo? Con mapas. El resultado es fascinante, y la metodología relativamente sencilla.
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