España registra un saldo migratorio negativo este año por vez primera desde que comenzó la crisis económica, lo que supone también un descenso de la población estimada por Estadística. Pero la crisis económica está pasando una factura muy gravosa. Las dificultades crecientes para mantener el empleo y generar otro nuevo han atemperado notablemente los flujos de entrada de extranjeros en los últimos ejercicios.
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