Aseguraba Concepción Arenal que abrir una biblioteca implicaba cerrar una cárcel. Ignoro cuántas prisiones habría que construir de aplicarse las recetas neocon de Esperanza Aguirre (sospecho que muchas), pero la “lideresa” ha comenzado a cerrar bibliotecas públicas en Madrid. De momento, dos, la Menéndez Pelayo y la Concha Espina. El cierre se ha perpetrado aprovechando el relajo estival y de manera sorpresiva. A traición.
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