Si el Parlament catalán, después de recibir miles de firmas, se pasa meses debatiendo sobre la prohibición de las corridas de toros, con opiniones a favor y en contra, eso es un atentado a la democracia, a la nación y a la patria. Pero si Aguirre se levanta un día taurina y ordena, por decreto y sin debate, que la tortura animal es de interés cultural porque la pintó Picasso (como los bombardeos de Guernica), eso es liberalismo y olé.
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