En el artículo anterior de la serie “Éxitos transgénicos” vimos cómo se podían utilizar organismos genéticamente modificados para producir una proteína de interés, como la insulina. En este caso, la utilización de técnicas de ingeniería genética permitía producir un compuesto de forma rápida, sencilla y fácil de purificar para su administración como fármaco en personas.
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