Al hablar de la infelicidad en el sistema capitalista, Chomsky definió una paradoja social y cultural íntimamente relacionada con ese fenómeno que cogió fuerza en los Estados Unidos de la posguerra: "El sueño americano". El lo llamó la "precarización del camino". Para el politólogo estadounidense, el cambio cultural provocado por la bonanza de su país, generó una idea terrible sobre la que se asienta el capitalismo: que no importa lo duro que sea el camino hacia el éxito, que lo único que importa es el éxito. Pero pensémoslo bien, ¿cuánto tiempo de nuestra vida nos pasamos en el camino y cuánto disfrutando del éxito? ¿Es sinónimo el éxito de felicidad?
Cuenta el escritor Antonio Scurati que: "En 2017, tuve la oportunidad de mantener una interesante conversación con Harold Bremer, director del gabinete de psiquiatría y psicología más importante de la ciudades de Nueva York y Los Ángeles. Para que se me entienda, Bremer había tratado a los iconos culturales y deportivos más importantes de los Estados Unidos. Hablamos sobre la ambición y su relación con la depresión. Sobre cómo los ídolos de masas luchan toda la vida por alcanzar una cima al alcance de unos pocos elegidos y como cuando llegan al punto más alto de la montaña, miran hacia el horizonte y no encuentran nada. Absolutamente nada".
Burt Lancaster hizo una reflexión en sus memorias que hablaba sobre lo que sintió tras recoger su primer y ansiado Oscar: "llegué exhausto a casa tras la entrega de premios, iba levemente borracho y por primera vez en 12 horas, estaba solo por fin. Y me pregunté: ¿ha merecido la pena? Miré la estatuilla. Ese trozo de metal con el que llevaba décadas soñando. La vi tan ridícula...¿Esto es todo? ¿He luchado tanto para esto? ¿Cuántos amigos he perdido por este momento fugaz? ¿Cuántas toneladas de felicidad he dejado pasar a cambio de dar un discurso frente a una camarilla de envidiosos? ¿Es justo perder el amor de las 3 o 4 personas que más quiero por la admiración de millones de personas que jamás conoceré? Esta no es la vida que quiero tener".
Scurati contaba que Bremer afirmaba que más del 70-80% de las depresiones se producen por una razón tan compleja como sencilla de explicar: "Nuestro modo de vida nos lleva a confundir las aspiraciones cumplidas con la felicidad, el éxito con la satisfacción. Es algo que nos afecta a todos, independientemente de nuestro estatus".
Lancaster pasó los últimos 4 años de su vida encerrado en su mansión en Hollywood tras sufrir un problema cardiaco que lo dejó postrado en la cama. Su mujer, Susan Martin, abrió la casa para la prensa dos meses después de su muerte. En su armario de los premios guardaba las medallas que había conseguido como atleta en su adolescencia y juventud, y algunas estatuillas de premios locales como actor de teatro que ganó antes de empezar a hacer cine, también una copa de un torneo de squash y sus disfraces de cuando trabajó en el circo. El Oscar fue encontrado en una caja del desván, casi deshecha por la humedad, junto a un juego de manteles viejos, antiguas declaraciones de la renta, pasaportes caducados y los papeles del divorcio de su primer matrimonio.