Ya está bien de quejarse, de decir que te pagan menos por ser mujer, que no te valoran. ¡Despierta! Porque muchas veces, el problema no es de los demás, sencillamente es tuyo. Tú eres la que no te crees lo que vales, la que dudas de tus posibilidades, la que te minusvaloras, la que te refugias en que lo más importante es tu familia como excusa para no seguir progresando en tu trabajo...
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