«Fue un golpe seco, como una explosión. Miré a mi izquierda y al ver a aquella señora con los ojos cerrados y el techo del autocar todo abierto por encima, pensé que estaba muerta. Me puse a rezar». El testimonio de Asunción Redolat, una de las 48 personas (46 viajeros, el chófer y una guía) que iban a bordo del autocar que recibió el impacto de una piedra que se desprendió en el Desfiladero de la Hermida, refleja el susto que vivieron los excursionistas procedentes de Valencia.
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