El juego se acaba para Berlusconi. /. La carrera del gran ilusionista, que le llevó desde sus tiempos de avispado empresario de la construcción en Milán a propietario de casi todas las televisiones del país y a primer ministro que modela y crea leyes para impedir el juicio legal de sus presuntos desmanes, (parece que) ha terminado. Aunque nunca se sabe con un hombre experto en el golpe de efecto y en la supervivencia, esta vez no hay milagros a la vista.
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