La muerte de Javi Amaro, el niño de 18 meses que falleció asfixiado al atragantarse con un caramelo relleno de chicle en una céntrica calle de Valencia, vuelve a poner de relive la peligrosidad que tienen determinados alimentos en las manos de un niño pequeño. “Lo más peligroso son los globos de agua”, apunta el doctor Manrique ya que cuando el niño sopla para intentar inflarlo es frecuente que se lo trague. Los chicles también presentan un problema añadido, debido a que actúan como si fuera pegamento.
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