En los Pirineos hay una pequeña República que en su día fue reconocida por España y Francia y que, pese a pertenecer en la actualidad a Francia, no existe ningún documento de anexión, por lo que podría reclamar su independencia con argumentos legales. Esta pequeña República se regía por un Consejo de Ancianos que se encargaba de resolver las disputas entre los vecinos. Este pueblo, menos de 100 habitantes, se encuentra semi-aislado en el Valle de Ossau. El aislamiento ha producido curiosas costumbres funerarias.