Finalizada la I Guerra Mundial, Alemania sentía una imperiosa necesidad de reinventarse, de empezar de cero. Este espíritu de renovación fue, en parte, el que llevó al arquitecto berlinés Walter Gropius a crear, apenas seis meses después del fin de la guerra, una escuela de artes y oficios que representara sus ideas sobre la arquitectura y la creación. La llamó Bauhaus (casa de la construcción), aunque curiosamente no contó con ningún taller de arquitectura durante los primeros años. Y su primera sede se ubicó en Weimar.
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