Si paseas hoy en día por ciertas zonas de Reino Unido, Francia o Irlanda, puedes encontrarte un ejemplo vivo de una chapucera planificación fiscal cuyos efectos sobreviven en el plano arquitectónico. Para compensar las pérdidas derivadas de la degradación de las monedas, Guillermo III planteó un impuesto a la propiedad basado en el número de ventanas de una casa, una prehistórica medición de la renta individual, un tributo progresivo: a más ventanas, es probable que seas progresivamente más rico.
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