Tras la lectura del libro “El Club de los pringaos“ (si tenéis ocasión de haceros con él, no lo dudéis… no tiene desperdicio), de Daniel Montero, mi instinto homicida se ha desmadrado un poco. Pero tranquilos… aparte de recrear mentalmente alguna escena tipo “Kill Bill” en el Congreso de los Diputados, la cosa no ha ido a mayores.
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