Hasta el moño de que las cosas hayan dejado de llamarse por su nombre y nos obliguen a usar otros porque si no incurrimos en lo políticamente incorrecto. ¡Qué delito! ¡Pues que me encarcelen! Hasta el moño de los políticos de alma pequeña y miserable. De los que provocan guerras y masacres para enriquecerse.
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