El contenido del vídeo así como el diseño de la portada del single provocó que surgieran gran cantidad de detractores de la banda, la gran mayoría grupos religiosos que acusaban a Iron Maiden de ser un grupo satánico. Estos mismos grupos organizaron durante el tour mundial del grupo The Beast On The Road de 1982 quemas de discos en forma de protesta que no consiguieron más que dar más publicidad aún al que hoy día es uno de los temas más conocidos de la banda.
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