La suya es un historia que viajó en el tiempo, la de un futbolista que años más tarde hubiera sido una súper estrella, que echó a una ciudad a la calle cuando murió y que fue cayendo en el olvido hasta el punto que hoy en Viena se encuentran pocos recuerdos de Mathias Sindelar más allá de su florida tumba y un busto de bronce en el cementerio de Zentralfriedhof. Era la estrella de la selección austriaca que maravilló al mundo en la década de los 30. Hoy, su figura va siendo recuperada.
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