Creo que todos los que llevamos algún tiempo probando herramientas y analizando modelos educativos “innovadores” nos estamos dando cuenta del, cada vez menor, rango temporal entre que surgen determinadas herramientas o propuestas y su posterior defunción después del auge mediático de las mismas. Estamos, creo yo, en un vórtice innovador que, lo único que hace es que a uno -salvo que sea quien vive de ello- le resulte cada vez más complejo el asunto y, en algunos casos, acabe aborreciendo en qué se ha convertido algo que podría funcionar.
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