Lo que caracteriza al momento histórico actual es una sensación generalizada de falta de realismo entre las élites. Los discursos oficiales ya no se utilizan como guías para la acción, las leyes no se aplican y las regulaciones se ignoran. Las políticas actuales se basan en dos supuestos falsos: que el sistema puede abandonar las emisiones de carbono y que el dinero fiduciario puede compensar las crecientes deudas.
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